"La filosofía no es una ciencia, ni siquiera un conocimiento (no es un saber más, sino una reflexión sobre los saberes disponibles), y por eso, como decía Kant, no se puede aprender la filosofía: sólo se puede aprender a filosofar. El propio Kant, en un texto famoso, reducía el dominio de la filosofía a cuatro preguntas: ¿Qué puedo saber? ¿Qué debo hacer? ¿Qué me está permitido esperar? ¿Qué es el hombre? Las tres primeras «se remiten a la última», señalaba (Lógica, «Introducción», III). Pero las cuatro desembocan, añadiría yo, en una quinta, que es, en consecuencia, la pregunta principal de la filosofía, hasta el punto de que casi podría bastar para definirla: ¿Cómo vivir? Desde que se intenta contestar inteligentemente a esta pregunta, se hace filosofía, más o menos, bien o mal. Y como es una pregunta cuyo planteamiento no se puede evitar, hay que concluir que sólo se elude la filosofía por necedad u oscurantismo. He definido la filosofía, o el acto de filosofar, incluso de un modo más simple: filosofar es pensar la propia vida y vivir el propio pensamiento. No, por supuesto, porque haya que contentarse con la introspección o el egocentrismo. Pensar la propia vida es pensarla donde se encuentra: aquí y ahora, desde luego, pero también en la sociedad, en la historia y en el mundo, cuyo centro no es la vida, que es sólo su efecto. Y vivir el propio pensamiento es actuar, tanto como se pueda o se deba, porque, de otro modo, sólo se podría padecer o soñar. Así, la filosofía es una actividad en el pensamiento, que desemboca en una vida más activa, más feliz, más lúcida, más libre, es decir, más sabia" André Comte-Sponville
sábado, 6 de junio de 2009
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